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El Arrabal presume de iconos modernistas y patrimonio industrial

Cada vez más turistas se asoman a la margen izquierda para descubrir algunas joyas ocultas del que fuera primer barrio español con guía turística propia presentada en Fitur.

Algunos de los edificios más emblemáticos en la margen izquierda.
Algunos de los edificios más emblemáticos y fotografiados en la margen izquierda del Ebro.
Heraldo

Muchos turistas de Zaragoza cruzan hasta la mitad el puente de Piedra para hacerse la clásica foto con el Pilar al fondo. Los más intrépidos y avezados continúan un poquito más allá para asomarse al balcón de San Lázaro, desde ahí ver la Casa Servera y, ya de paso, conocer la historia de la Estación del Norte. El Arrabal parece sacar músculo turístico estival con grandes atractivos como su pasado industrial (chimeneas y fábricas que ahora se vuelven centenarias) y su arquitectura modernista que va mucho más allá de Casa Solans, “una maravilla con una historia digna de película”, según el escritor Eloy Morera, vecino del entorno.

Podría decirse que hay un antes y un después de la llegada del ferrocarril al barrio. “Hasta entonces era muy destacable la parte antigua del barrio que, con su configuración medieval, forma parte del Casco Histórico al otro lado del río. Desde que se construyó la estación del tren -se inauguró en 1861- se instalaron numerosas fábricas en la zona y algunas de ellas han llegado a nuestros días”, cuenta Raúl de Jesús, responsable de la web turística ZaragozaGo, que conoce bien el barrio. Su edificio preferido es Casa Servera, que hace esquina en la calle de Jesús y es una suerte de Flatiron zaragozano en el inicio de la avenida de Cataluña. Se trata de un bloque de viviendas en una parcela triangular de arquitectura ecléctica, que fue levantado en ladrillo caravista en 1923 por el arquitecto Ramón Lucini.

El curioso edificio en cuña de la calle de Jesús está a punto de cumplir cien años.
El curioso edificio en cuña de la calle de Jesús está a punto de cumplir cien años.
Toni Galán

A pocos metros se encuentra otra parada obligada de este ‘tour’ industrial y que está siendo objeto de polémica estas últimas semanas. Se trata de la antigua fábrica de galletas Patria, en donde se ultima la apertura de un gimnasio. Este edificio es obra de Félix Navarro, el mismo autor del Mercado Central, y fue ampliado por otro genio de la arquitectura zaragozana como fue Francisco de Albiñana. Levantado en 1909 llevaba tiempo en desuso y, aunque cuenta con protección como Bien de Interés Cultural, los vecinos temen que no sea suficiente el respetar su fachada y sus cerramientos para preservar su espíritu. “Desafortunadamente no ha llegado a nuestros días tanto patrimonio industrial de principios del siglo XX como parece. La ciudad lo acaba engullendo como también sucedió con algunas naves de Averly”, opina De Jesús.

Hace ya una década se pusieron en marcha una serie de visitas guiadas por el Arrabal que siempre fueron de las más y mejor valoradas en las oficinas de Turismo. El motivo de este descubrimiento y renacimiento del barrio de la margen izquierda tiene un factor clave: la recuperación de las riberas a raíz de la Expo de 2008. Entonces se generaron nuevos flujos de visitantes con el río como eje y se comenzó a valorar la interacción entre las dos orillas.

La antigua fábrica de Galletas Patria va a albergar un gimnasio.
La antigua fábrica de Galletas Patria va a albergar un gimnasio.
Oliver Duch | oli

El Ayuntamiento publicó en 2012 una guía junto a la asociación de vecinos Tío Jorge, con textos de Rafael Tejedor, en la que se detallaba, por ejemplo, que las antiguas marquesinas de la Estación del Norte probablemente llevaran la firma de Gustave Eiffel o de algún ingeniero de su misma escuela. "Fuimos el primer barrio de España en tener una guía turística propia, que incluso llegamos a presentar en Fitur", recuerda la concejal socialista Lola Ranera, que entonces estaba al frente de la concejalía de Turismo. 

Señala Ranera que en el distrito que aún hoy preside siempre ha habido voluntarios formados que, sin hacer competencia a los guías oficiales, han hecho las veces de 'Ciccerones' del barrio para enseñar otras joyas de la “arqueología industrial del barrio". Entre otras, la Azucarera, con sus dos chimeneas neomudéjares que es hoy sede de Zaragoza Activa; la Casa del Director, bien de interés arquitectónico desde 1999; el edificio de Maquinista y Fundiciones del Ebro, más conocida como 'Casa Bressel; o el propio puente de Hierro, que no atraviesa sus mejores momentos estéticos.

Detalle de la fachada de la Estación del Norte, que fue recuperada en 2003.
Detalle de la fachada de la Estación del Norte, que fue recuperada en 2003.
Heraldo

“Es bonito el entorno de la estación y las chimeneas de ladrillo que guardan el recuerdo de la industria, pero también hay que contar con la parte más clásica del balcón de San Lázaro, que toma el nombre del antiguo convento medieval y cuyos restos aún pueden visitarse. Desde allí, Juan Bautista Martínez del Mazo, discípulo de Velázquez, realizó la famosa pintura ‘Vista de Zaragoza’, la panorámica más internacional de nuestra ciudad”, comenta Eloy Morera, que trabaja en Faetón Servicios Educativos y está acostumbrado a hacer visitas turísticas.

También destaca Morera que “justo a la pie del puente de Piedra desde la margen izquierda (antigua entrada a la ciudad) está el único peirón de la Zaragoza actual, con cerámicas pintadas con escenas de los Sitios sucedidas en el barrio”. Otro de los rincones indispensables del Arrabal, el callejón del Tío Lucas, toma el nombre de uno de los héroes de aquellas batallas y es la única calle porticada de Zaragoza. "Es un lugar muy especial, y allí celebramos muchas estampas costumbristas de las jornadas identitarias del barrio", cuenta Ranera. 

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El callejón de Lucas es el único cubierto superviviente en Zaragoza.
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Capítulo aparte merece el ‘Arrabal desparecido’, pues como es sabido esta fue una de las zonas de la ciudad que más sufrió las embestidas de los Sitios y que acaparó mayor destrucción patrimonial. Así, entre peirones y carteles informativos se recuerda que en el barrio hubo no pocos conventos de los que hoy apenas quedan restos. El convento de las Damas de Santa Isabel se ubicada en lo que hoy es el Hotel Ibis, poco después de cruzar el puente de Piedra, del convento de Jesús (en la plaza del mismo nombre) han llegado crónicas de lo excepcional que debió ser su biblioteca y, por descontado, el convento de San Lázaro, que fue baluarte defensivo de la ciudad en los Sitios y que, según las descripciones del siglo XVII, contaba con planta de cruz latina, ocho capillas y tres sacristías.

Por último, por citar solo otro par de reclamos que quizá también justifiquen cruzar el río, Morera señala “el pino que hay en la avenida San Juan de la Peña, catalogado como árbol singular y al que salvaron los vecinos cuando las obras. Un ejemplar magnífico que da sombra a ambas calzadas y que es como un vecino más del barrio”. De Jesús, por su parte, destaca los murales que llegaron al abrigo del festival Asalto y que no pocos ‘influencers’ han inmortalizado en las redes sociales.

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